La compasión y la multiplicación de panes

Jesús tiene mucho qué enseñarnos. Un pasaje que nos puede orientar mucho es el de la multiplicación de los panes, único relato de milagro que aparece en los cuatro evangelios.

Mateo nos dice que, cuando Jesús se enteró de la muerte del Bautista, se retiró él solo en una barca a un lugar solitario. (Mt 14,13) Cuando la gran multitud que lo había estado siguiendo, se entera van a su encuentro, a pie, hasta encontrarlo. (Mt 14,14)

Que Jesús haya estado delante de su Padre en oración es algo que podemos percibir porque, cuando viene de regreso en la barca y se topa con la gran muchedumbre, la respuesta de Jesús es que se conmovió profundamente de ellos, es decir, algo en su interior, en sus entrañas, en su corazón, se conmocionó fuertemente en él, de tal manera que se puso a curar a los enfermos que se encontró entre la multitud.

Como fruto del encuentro con el Padre, Jesús es capaz de conmocionarse en lo más íntimo de su ser ante las necesidades, el sufrimiento, el dolor de la gente, pero descubre en ellos también la esperanza y el anhelo: algo esperan ellos encontrar u obtener al ir al encuentro de Jesús, y él, ni los defrauda, ni los devuelve con las manos vacías.

Es propio de Jesús dejarse tocar por el dolor humano, pues no entiende que las personas sufran y por eso les ofrece la salud. Y viene a continuación la narración de la multiplicación de los panes: los discípulos le piden que despida a la gente, pero Jesús les dice que la gente no tiene porqué irse (Mt 14,16), puesto que ellos, pueden continuar con la benéfica obra que él inició: si Jesús da consuelo, salud y esperanza, sus discípulos pueden ayudarlo a alimentar multitudes. Para Jesús no basta la predicación del reino o curar enfermedades, hay que dar de comer al hambriento, pero el hambriento, ha de reconocer que hay un pan superior al que debe aspirar.

¿QUÉ DEBO HACER?

Ponerte diariamente en la presencia de Dios para que el encuentro con él, te haga sensible al dolor del hermano y que te lleve a ver el sufrimiento con ojos compasivos, de tal modo que seas capaz de socorrer al necesitado y al que sufre.

¡Bendiciones!