Generosidad recompensada

Un pasaje excelente que nos puede ayudar a meditar sobre la abundancia de la generosidad de Dios, es el texto de la teofanía de Mambré, en el que Dios se revela a Abrahán. (Gn 18,1) Sabemos que Abrahán era anciano y su esposa, Sara, adicionalmente, era estéril: no podía tener hijos. Para nosotros, gente del siglo XXI, la esterilidad no es la gran tragedia que era dos mil ochocientos años atrás.

Tampoco existía la idea, ni mucho menos la esperanza, de la resurrección, de tal manera que una pareja que moría sin hijos, eran un hombre y una mujer condenados al olvido: nadie guardaría memoria de ellos, nadie.

Dios prometió a Abrahán que él sería padre de muchas naciones, por eso le cambió el nombre de Abrán a Abrahán (Gn 17,5), además, el Señor le había concedido un hijo a través de Agar (Gn 16,15), la esclava de Sara, pero Dios le aseguró que el hijo que herdaría las promesas que el Señor le había hecho, no sería el hijo de la esclava, sino de Sara, su mujer; sí, la mujer mayor y estéril.

Cuando Dios se apareció a Abrahán en Mambré, el patriarca fue asombrosamente generoso y espléndido: tres individuos se presentan al anciano en el momento de más calor del día y parece que han realizado un viaje largo que todavía habría de continuar, así que Abrahán, a pesar de ofrecerles un “bocado de pan” (Gn 18,5), realmente les ofrece un banquete, como si los invitados fueran una muchedumbre; lo que preparan él, su esposa y su criado es un manjar para una numerosa multitud.

Entonces, viene la “revancha” de parte de Dios. Si el patriarca ha sido espléndido en su trato y en el banquete, ¿cómo podría Dios ser menos generoso que un hombre?

Así que Dios le promete a Abrahán que al año siguiente, por las mismas fechas, Sara habrá tenido un hijo, porque nada hay imposible para Dios.

¿QUÉ DEBO HACER?
Alentar en tu vida la esperanza de un porvenir prometedor, de una realización plena. No olvides que Dios es el único generoso: tú puedes dar a quien necesita algo, desprenderte de tus bienes, pero Dios te da como bienes para ti a su propio Hijo, su Espíritu Santo y la vida eterna en el cielo. ¿Qué se puede comparar contra todo eso?

3 respuestas a «Generosidad recompensada»

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